Dupa
Dealuri (Más Allá de las Colinas)
Cristian
Mungiu
2012
Rumania
Al igual
que las dunas van siendo creadas y moldeadas por el viento, así parece
comportarse Dupa Dealuri, como un
gran montículo de arena a merced de fuerzas externas que van modificando la
forma del elemento, aunque sin alterar su naturaleza ni condición de duna. En
ese sentido, vemos un filme hermosamente
bien retratado aunque con cierto grados de abuso en la repetición de las
situaciones. Llega un momento donde la novedad ya se ve desgastada.
Más Allá de las Colinas enfrenta el amor divino contra el amor
humano, reflejando las obsesiones a las que se ve sometido el espíritu al
verse probado ante sus verdades.
Alina es
una joven que llega de Alemania a visitar a su antigua amiga del orfanato,
Voichita. Ella es una monja que vive en un convento rumano retirado de la
ciudad, un lugar donde el tiempo parece
haberse detenido. Alina está claramente alejada de las creencias y
costumbres católicas. Eso provocará un conflicto en la personalidad de la
muchacha al darse cuenta que Voichita está dedicada un cien por ciento a la vida
en el convento.
Es bien
sabido que si colocamos un elemento de otra naturaleza en un ambiente que no es
el suyo, no sólo afecta al entorno que le rodea, sino que al mismo conejillo de
indias, provocando un desequilibrio en la normalidad del día a día. De eso
trata Dupa Dealuri, un ejercicio de qué pasaría si una mujer se
ve obligada a vivir en un convento sólo por intentar estar al lado de la mujer
que ama.
Una
historia que desde el comienzo posee una
tensión sexual que va siendo reprimida por la oscuridad que va adoptando el
filme. Lo que al principio parece ser un relato sobre una posible relación
amorosa entre dos mujeres, se convierte en un discurso objetivo sobre los
excesos que se pueden tener con el prójimo. ¿Hasta qué punto la ayuda se vuelve
pertinente?
La cámara tambalea en el transcurso de toda la
película. Largos planos-secuencia nos posicionan en una posible actitud
divina, sólo que acá el paradigma es modificado: Dios no ve desde las alturas, sino
que parece descender como un humano que se acomoda en su butaca y busca su
mejor perspectiva. En los largos planos hay una alusión a la contemplación de la
acción: el libre albedrío.
Al
finalizar el filme queda la sensación de injusticia. El desenlace es grotesco y humano, aunque objetivo. Más Allá de las Colinas no parece darle
esperanzas al hombre obsesionado ni tampoco tiene piedad con el espectador. La oración
puede mover montañas, pero también destruirlas.
Tuve oportunidad de verla hace algún tiempo pero al final no se pudo. El poco cine rumano que he visto siempre consigue cautivarme así que tal vez sea momento de ponerme a buscarla.
ResponderEliminarSaludos.