Street of Crocodriles
Stephen and Timothy Quay
1987
USA
"La calle de los
cocodrilos" es el nombre de un escondido lugar perdido en el mapa, en
él, habitan extraños seres de
intenciones impuras, algo vulgares y siniestros, esos que viven de la luz de la
noche y que reflejan una humanidad algo falsa y traicionera. Bajo esa atmósfera
un esbelto, femenino y algo desubicado personaje se topa con una sastrería y
husmeando entre sus rincones, se sorprende de ese mundo que le era desconocido.
Este corto de animación está
basado en el cuento de Bruno Schulz, y bien decimos basado, pues capta a la
perfección, más que la narrativa del mismo, la esencia y la atmósfera que el
escritor, acostumbrado a relatar sus historias en prosa, nos comunica en este
extraño relato que más bien parece un poema. No es excluyente haber leído el
cuento antes de ver el corto, pero sin duda alguna ayuda a interpretar y a
entender de mejor forma la historia.
Los hermanos Quay son los
responsables de dirigir este cortometraje de animación realizado bajo la
técnica del stop motion. Estos gemelos monocigóticos idénticos, se caracterizan
por contar sus historias rompiendo todos los esquemas tradicionales que
Aristóteles nos enseñó, por lo que la comprensión de su obra es más bien un
ejercicio subjetivo, que nos llena de sensaciones agradables, confusas e
incomodas a la vez.
El mundo onírico es su fuente de
inspiración y es la base de su discurso y su propuesta estética, pero no
precisamente se inspiran en esos
bellos sueños de los que no queremos despertar, sino más bien en la oscuridad
de las pesadillas que queremos esconder. En esta historia todo es posible, los
clavos pueden bailar, los objetos flotar y la vida de las marionetas generarse
por medio del escupo de un ser humano.
Toda producción visual no es nada
sin su contraparte auditiva, en este caso la música juega un papel fundamental
ya que los diálogos no existen, ella nos ayuda a adentrarnos de mejor forma en
la atmósfera tétrica y gótica que se nos plantea, los sonidos son el hilo
conductor de las emociones del protagonista. Sin duda alguna una realización
precisa y perfecta compuesta por Leszek Jankowski.
Los hermanos Quay y la calle de
los cocodrilos se merecen toda mi admiración, tanto por su osadía narrativa,
porque cada vez que veo el cortometraje me doy cuenta de más cosas y porque
hicieron que el concepto de muñeco cambiara para siempre en mi. Obviamente no
diré como terminan las aventuras del esbelto y afeminado protagonista en la
sastrería, y no precisamente porque quiera arruinarles la sorpresa, sino más
bien, porque no estoy segura de cómo termina la historia o si es que termina
realmente.
No sólo de los mejores animadores, sino que su búsqueda en narrativa y elementos cinematográficos son geniales, igual sus dos largometrajes son muy buenos, aunque perdurarán por sus cortos animados. un saludo
ResponderEliminarMuy cierto!... Los cortometrajes son su sello... En cuanto a largometrajes solo he visto "The Piano Tuner of Earthquakes"... tengo pendiente su primer largo.
ResponderEliminarSaludos!
Tengo el cuento, no pensaba ver la película pero se oye bien. Me gusta lo onírico y extravagante y pues que no entiendas el final suma además. Espero me sorprenda. Un abrazo.
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