El Pozo
Guillermo Arriaga
2010
México
En
1914, en plena guerra civil mexicana, en el desierto de Coahuila, un niño cae a
un pozo.
Victoriano
Huerta había tomado el poder tras el asesinato del presidente Francisco Madero.
El plan Guadalupe se llevaba a cabo por lo que todos los grupos
revolucionarios, liderados por Pancho Villa y Emiliano Zapata, se negaban a
respetar los poderes federales y se oponían a los “huertistas”. Grandes
enfrentamientos se llevaban a cabo y a nadie le importaba que un pequeño niño
se cayera a un pozo.
En
el marco de la celebración de los doscientos años de independencia, la
televisión Azteca lanzó una campaña de cortometrajes llamado “Las 13 formas de
amar a mi México”, en él, se reflexionaba sobre los festejos patrios y las distintas
miradas que los realizadores de ese país tenían sobre su patria. En ese
contexto nace El Pozo, cortometraje
que retrata “a las víctimas silenciosas de la violencia”, según las palabras de
su propio autor.
El cortometraje nos narra la
historia de cuatro niños que quedan al cuidado de sus abuelos ya que sus padres
han sido fusilados por los “huertistas”, uno de ellos cae a un pozo y su abuelo
y hermanos hacen lo que pueden (y también lo que se les ocurre) para intentar
sacarlo de ahí. Pero no se confundan, no tan solo nos cuenta esa historia, sino
que también nos narra la historia del pueblo de México. Siempre he pensado que
en el colegio nos mal enseñan la historia, como ciencia social, tenemos que
memorizar sucesos, nombres de batallas, aprender quiénes son nuestros próceres
y celebramos fechas importantes porque seguramente ese día pasó algo
trascendente. Miramos la historia como ese tiempo bárbaro y cruel que ya pasó y
poco o nada nos motivan a pensar en por qué esas cosas suceden, quienes somos como
sociedad y que podemos aprender de esos momentos.
El Pozo nos habla de
aquellos que nunca formarán parte de los libros de historia oficiales,
esas personas que libran sus
propias batallas… para comer, para sobrevivir bajo el imponente clima, para educar
cuando ya no se tiene la suficiente paciencia, incluso para jugar y tratar de
ser niño a pesar de que la vida te obligue a ser lo contrario, esas historias
que finalmente son las que definen a un país y le otorgan su carácter e
identidad.
Estamos en el 2013, han
pasado noventa y nueve años desde 1914, y es verdad, cada vez hay más smog,
pero la tecnología a avanzado, hay edificios cada vez más altos, la esperanza
de vida aumentó, más personas pueden leer y escribir, y gracias a Internet
podemos saber lo que sucede en estos momentos en Rusia, al parecer las cosas
han cambiado, pero por otro lado, estoy segura que todavía podemos encontrar por ahí un pequeño niño
huérfano a manos de la violencia o un ranchero de edad suficiente viviendo en
un solitario desierto. Ahora tengo la sensación que las cosas no han cambiado,
y esto no se debe a que sea bipolar, sino porque creo fielmente que no importa
la época ni el contexto histórico, los seres humanos seguimos siendo los mismos
en naturaleza, no importa del país del que vengas ni en el tiempo que te toque
vivir, siempre tendrás que luchar por algo, siempre tendrás ideales y
convicciones, siempre intentarás encontrar la tan anhelada estabilidad, siempre
habrá alguien que te quiera pisotear (por lo tanto siempre viviremos en guerra)
y siempre querrás proteger a quienes amas. Al parecer el final se ve un poco
lúgubre, pero esto no se trata de finales tristes o finales felices porque la
historia no termina, es cíclica, ya sea si hablamos del hombre común o de una nación,
y eso es algo que no nos enseñan en el colegio.
Si algo me dejó este
cortometraje es la inquietud de mirar la historia no como un montón de hitos,
sino como la esencia de los pueblos, llevándolo a un ámbito mucho más humano y
particular. Ojala me topara en Chile con una producción audiovisual o artística
que pudiera retratar nuestra historia, y hablar de nuestra identidad sin tener
que transitar por el camino de lo obvio. A lo mejor existe y yo no lo he visto
no mas, esperemos que así sea.
No me gusta fomentar la piratería, pero la única forma de ver este cortometraje es encontrarlo en internet, y cuando lo veas, sobretodo en la última parte, y esperando que tengas un excelente sistema de sonido, súbele el volumen.
Yo vi este cortometraje cuando Arriaga estuvo en Bogotá, y realmente fue una grata muestra de su trabajo, un saludo.
ResponderEliminarQue coincidencia!!! yo también vi este corto cuando Arriaga estuvo en Santiago... realmente un privilegio estar ahí (prometió una gira pero con Tarantino.. uff seria genial eso), absorbí lo que más pude... Saludos!
ResponderEliminarLo gracioso, es que los dos se llevaban de los peor Tarantino y Arriaga,exclente una gira de estos personaje por Latinoamérica, otro saludo
ResponderEliminarIntentaré encontrarlo.
ResponderEliminarSaludos
Roy
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