Monty
Python and the Holy Grail (Los caballeros
de la Mesa Cuadrada y sus Locos Seguidores)
Terry
Jones, Terry Gilliam
1975
Reino
Unido
Un caballero del medioevo cabalga
sobre un caballo inexistente cual niño monta imaginariamente sobre bestias que
lo llevan a reinos sacados de su fértil imaginación. Pero no es ni juego ni
tontería. El caballero se llama Arturo y es el llamado Rey de los Britones, en
la noble búsqueda de caballeros que se unan a su cruzada. Y entonces, ¿qué pasa con el caballo?... Se
sobreentiende que es parte del humor quisquilloso de los Monty Python, el grupo
de directores-guionistas-actores-humoristas que revolucionó la comedia inglesa
de la década de los 70.
Si pensamos en los Looney Tunes como un fenómeno que se apoya en la comedia animada y que trabaja desde el absurdo en su estructura narrativa, podríamos llegar a pensar en un resuelto Bugs Bunny que “hace como que” cabalga, cuando los sonidos del galope no son hechos más que por su fiel escudero el Puerco Porky, al golpear un par de cocos entre sí. La diferencia está en que los Looney Tunes utilizan el absurdo para alcanzar el humor, mientras que los Monty Python hacen uso del sinsentido para hablar de la irracionalidad del mundo en tono de comedia; su fin es la crítica, el juicio mordaz sobre el pasado y la actualidad.
El humor nace desde el disparate
social que va naciendo a través de diferentes sketches yuxtapuestos que van componiendo la trama. No existe un hilo conductor de peso al momento
de contar la historia, sino que el hecho de que Arturo y sus caballeros deben
encontrar el Santo Grial por tratarse de una encomienda divina, se transforma
en la excusa perfecta para burlarse de la forma de vida del periodo escolástico,
de la siutiquería de los caballeros, de la religión y de la Historia enseñada por
los siglos de los siglos… Recordemos que los Monty Python tienen una
herencia televisiva y teatral. Su principal fortaleza narrativa recae en
cómo crean situaciones absurdas y surrealistas que se presentan a modo de gags. Son escenas que bien podrían
funcionar de manera independiente, sin la necesidad de tener otra escena que le
siga o anteponga, el chiste funciona igual. He ahí su principal fortaleza pero
también su mayor debilidad.
Woody Allen es un humorista que gusta
de insertar elementos surrealistas en sus filmes, sin embargo, siempre se apega
a presentar una trama coherente. Más cinematográfica si se quiere llamar de
alguna manera. El surrealismo en las
películas de los Monty Python desbarata
la historia, y la acerca más a lo que hacen series como Looney Tunes, pero nunca dejando de lado
la crítica social.
Y mientras Arturo cabalga en su animal
invisible siguiendo la pista del Santo Grial, nos vamos dando cuenta de que Los Caballeros de la Mesa Cuadrada es un interesante ejercicio de metacine. Las alusiones a las mismas
escenas del filme, los diálogos entre personajes que no respetan ningún tiempo
y espacio (sólo pueden darse a través de la magia del montaje), la convivencia
de elementos que no pertenecen a la misma época, y también la utilización de
animación, ya que como espectadores somos cómplices de tal vez, la falta de
presupuesto para recrear una escena que demanda a un ser monstruoso atacando a
los caballeros, sumado a todas las animaciones a modo de introducción que siguen
un estilo surrealista y que apuntan sus dardos directamente a la religión
católica. Son elementos que sin aviso
alguno mutan al 2D y que esperan ser encubiertos por nosotros los espectadores.
El Rey Arturo, Sir Galahad, Sir Lancelot,
Sir Robin… los carismáticos caballeros sin caballo
han encontrado tal vez los retratos más pintorescos que alguien podría hacer de
ellos en cualquier arte.
Los Monty Python retroceden siglos para burlarse de los estereotipos de
una época pasada, pero que sin lugar a dudas apuntaba hacia la década en que
fue pensada y filmada. Estereotipos que aún pueden estirarse a los tiempos actuales.
Como ven, el sarcasmo y el absurdo son vigentes cuando tienen sentido. Las
paradojas del discurso ¿no?
Pendiente, pendiente. Es una gran deuda. Solo vi El sentido de la vida y me encantó. Saludos.
ResponderEliminar