martes, 12 de marzo de 2013

SIETE PSICÓPATAS: CUANDO MENOS ES MÁS



Seven Psychopaths

Martin McDonagh

2012

Reino Unido

Marty (Colin Farrell) es un escritor que está pasando por un bloqueo creativo. Su guión no tiene más que el título y el flojo argumento de que tratará sobre 7 psicópatas. Afortunadamente (o desafortunadamente) sus excéntricos amigos secuestradores de perros (Sam Rockwell y Christopher Walken) lo meterán en un lío que involucra psicópatas y crimen.


Un interesante ejercicio de cine dentro de cine que va mezclando la ficción del guión de Marty con la historia “real” del filme. Pero como bien adelanta su sinopsis, parece ser un argumento flojo desde el comienzo, no tan sólo para su protagonista, sino que para la película en general, pero que poco a poco va tomando forma mediante avanza el metraje.

Los relatos cortos sobre los psicópatas son una inyección discursiva alentadora para el espectador. Se hace necesario seguir descubriendo la historia, aunque al final nos desplomamos en una entretenida intención narrativa que no pasa más allá del ejercicio. 

Con algo de Snatch (2000) en su ritmo y montaje y con algo de los Coen, sobretodo en las conversaciones de los personajes y la situación que gatilla el conflicto principal, originada por un pequeño perro Shih Tzu. Me recuerda el conflicto de la alfombra en El Gran Lebowski. Pero Siete Psicópatas no llega a ser tan apabullante como Snatch ni tan elocuente como las películas de los Coen. 




Los mejores aciertos del filme están dados por sus personajes secundarios. Como se encuentran coqueteando durante todo el metraje con la ficción de la ficción nunca se supone cuál será el siguiente giro en la trama. Sam Rockwell es un histriónico y siempre encuentra la forma de simpatizar con el espectador. Christopher Walken por otra parte, juega un papel que camina entre lo caballeroso y lo moralmente incorrecto, una combinación que mezcla con inteligencia, dándole vida a un personaje lo suficientemente romántico que no cae en lo cursi. Mención especial a Tom Waits, que con su aparición coloca el tono bizarro a esta especie de comedia-thriller.

Por otro lado la antítesis de lo considerado óptimo está dado por el protagonista, el cual se ve perdido y agobiado (no sólo por su estado psicológico) sino que por su condición de personaje en una historia que parece no tener cabida. Si bien Marty es la excusa que inicia toda la narración y razón de ser de la misma, no parece necesario más que como un dispositivo narrativo. Su condición anodina es abrumadora, casi molesta. Menos mal que es acompañado por su deslenguado amigo Billy (Rockwell), quien en un momento de lucidez le dice: “Por supuesto que tienes problemas con la bebida: Uno, eres escritor. Dos, vienes de Irlanda… Estás jodido desde que naciste”.

Tal vez Seven Psychophats hubiese funcionado mejor como una serie de pequeñas historias a lo Coffee and Cigarettes (2003). Sin protagonista, sin una gran historia unificadora. Sólo los dulces y simpaticones psicópatas en una serie de situaciones triviales haciéndonos olvidar la maldad de este mundo.   



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