jueves, 28 de marzo de 2013

TAKASHI MIIKE Y LOS CUERVOS DE SUZURAN




Kurôzu zero (2007) y Kurôzu zero II (2009)
Takashi Miike
Japón

Decidirse por una película de Takashi Miike sin conocer mucho de su trabajo, a estas alturas parece una hazaña de proporciones mayores. Es que este director japonés tiene tantas producciones a su haber que al momento de la decisión nos podemos perder en un mar de estilos marcados por la extremidad y bizarriedad de Miike. Pero si en un momento de incertidumbre, lo único que tenemos claro es que buscamos entretención y acción con un “aire” diferente, podemos arriesgarnos con seguridad a ver la saga de Crows Zero (o Kurôzu zero originalmente) de Takashi Miike.


Las dos películas que la componen funcionan como precuelas del manga del mismo nombre escrito por Hiroshi Takahashi, en el que está basada la historia.  

Crows Zero está ambientando en el instituto Suzuran donde lo que menos se hace es estudiar. Un colegio para valientes donde parece reinar la anarquía. Pero más que caos, los estudiantes se rigen por una organizada y rígida estructura que se va ordenando de acuerdo a los líderes más fuertes. Los alumnos pertenecen a clanes representados por un cabecilla que obviamente requiere que sea el más fuerte. La historia de Suzuran dicta que no ha habido nadie que antes haya logrado conquistar todo el instituto. Hasta que Genji se integra al tercer año del colegio. Hijo de un jefe mafioso de los yakuzas (infaltables en el ajedrez de Miike) desea demostrarle a su padre que es capaz de hacerse cargo del negocio convirtiéndose en el único líder de Suzuran y lograr lo que nadie ha podido. Para cumplir su desafío debe enfrentarse al grupo más poderoso de la escuela, encabezado por un alumno de tercer año: Tamao Serizawa, otra de las leyendas vivas de Suzuran.

  


El argumento de Crows Zero se moviliza entre lo juvenil (teenager) y los códigos de la animación japonesa. Es una hipérbole sacada del 2D que al comienzo sorprende por descontextualizar estos mismos elementos. Luego vamos comprendiendo que Miike respeta la fuente creativa del manga y ya se nos hacen normales las exageraciones en la trama.  

El honor y la amistad son el eje central de la historia, y tal vez por eso se afirme que esta es una de las películas más comerciales de Miike; son temáticas universales que funcionan con mayor empatía para personas que no están acostumbradas a historias provenientes de países orientales. A eso se le suma una cuidadosa caracterización de cada líder del colegio, teniendo como resultado un grupo de personajes pintorescos y pregnantes que su único punto de partida posible es en el papel y como caricaturas. Una combinación que Takashi Miike usa hasta el cansancio (no digo que sea malo ya que visualmente es sumamente atractivo) apoyándose en el magnetismo de los personajes para contar una historia que parece un poco alargada.

Crows Zero I y II es un filme indiscutiblemente colonizado por hombres que ponen a prueba su rudeza para marcar territorio. Pero no apela a nada más, por eso es entretenida y disfrutable. La mayor ambición cinematográfica y de realce dramático es el momento de las peleas, postre de cada minuto a lo largo de la saga y que a pesar de su abundancia, no dejan de agotar. Acá apuestan por la no idealización de la lucha en el sentido de la ejecución. Quiero decir con esto que no se degasta en mostrar intrincadas y habilidosas secuencias de peleas que buscan la sorpresa del espectador. La lucha de Crows Zero es tosca, bruta y de aguante. Apela a la fuerza y resistencia de los combatientes que se baten a combo limpio y patadas poco finas: el último hombre en pie gana. 



El conflicto entre los alumnos es el punto de mayor interés de la saga. Tanto así que otros elementos narrativos algunas veces llegan a molestar en el interés de ver lo que sucede en el instituto Suzuran. Como dije anteriormente, es una historia sobre el género masculino, tanto así, que en la primera entrega, la presencia de la amiga de Genji (el personaje femenino más “relevante”) no sobrepasa la mera utilidad decorativa y musical. Por otra parte existe el conflicto de Ken y Kawanishi (Crows Zero II) que si bien le agregan el toque más dramático a la serie, debilitan el guión, sobre todo con la aparición del segundo personaje que parece crear un conflicto demasiado grande para lo poco importante que termina siendo para el protagonista y los demás alumnos. Es esporádico y forzado y ambos personajes se transforman en un mundo apartado de la acción principal, que si bien ayudan a transmitir el mensaje de fraternidad de la mística del instituto, su presencia es más bien prescindible.  

Este animé llevado a la realidad es un entretenido filme de acción que al son del rock and roll japonés, con un atractivo estilo videoclipero y con la metáfora del cuervo como un animal causante de rechazo que encuentra hermandad en sus mismos pares, posiblemente logra atontar al espectador con sus golpes directos en el rostro, pero siempre dejándolo a medio morir con la conciencia de saber que no está viendo más que una energética historia de adolescentes donde seguramente cada golpe le recordará que la juventud nunca había sido tan buena. 

 

3 comentarios:

  1. Yo creo que Miike fue uno de los primeros directores japoneses en entender realmente lo que se necesita para llevar un anime a la realidad. La película es delirante pero impecablemente realizada, y hasta los personajes más fugaces resultan interesantes en ese caos escolar. Me encantan, para mí están todavía un poco más allá del mero divertimiento consiguiendo ser unas increíblemente buenas cintas de acción.

    Saludos.

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  2. Yo creo que Miike está algo más aposentado estos últimos años, no está en aquella vorágine de rodar todo y de todo. A mi su cine me gusta a ratos. A mi 13 asesinos me gustó mucho.

    Saludos
    Roy

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