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jueves, 16 de enero de 2014

BLUE JASMINE: UN CUENTO SIN HADAS


Siempre he preferido el Woody Allen humorista y surreal, pero cuando aparece con este drama tan propio de su momento, no hay que demandarle ni chistes ni zonas fantasiosas. Es que con este filme le da con el palo al gato (que dicho más cruel)… Blue Jasmine es una película que podría definirse como la hija perfecta-bastarda de este tiempo: dinero, apariencias y antidepresivos.

Jasmine (Cate Blanchett) es una mujer neoyorquina de la alta sociedad que de un día para otro, queda sin nada luego de que el Estado le arrebatara todos sus bienes debido a las estafas practicadas por su marido (Alec Baldwin). Desesperada e inútil, viaja a San Francisco a vivir con su hermana Ginger (Sally Hawkins), una cajera de supermercado que vive en un pequeño departamento.

Es bien sabido que en el cine de Allen abundan los personajes de las clases más altas: aristócratas, artistas compungidos, burgueses, la elite del buen gusto y del protocolo desmedido. Es su hábitat, su pecera más cómoda, y en este trabajo no es la excepción. Sin embargo, acá se atreve a sacar a su personaje de la pecera donde está, para colocarlo en un estanque de poco agrado para ella; Blanchett personifica con maestría el miedo de las clases dominantes a la pobreza; un Oscar para ella.

Con una mezcla de neurosis, alcoholismo y drogas psiquiátricas, Jasmine se refugia en el recuerdo para sobrellevar el terrorífico cambio de vida; tendrá que trabajar de secretaria y estudiar computación ¡al mismo tiempo!. Por ese motivo el relato se va contando por medio de flashbacks, para contrastar la forma de vida anterior y la situación actual de la protagonista.

La memoria parece ser lo único que hace soportable la vida tediosa alrededor de la gente común. La chica elegante fue sacada de su “jaula de oro” (ocupando un término de Bukowski), para tener que vivir en el hogar de su hermana, pero por muy hogareño que parezca, los 32 metros cuadrados de vivienda parecen asfixiar a Jasmine, que constantemente tiene que escuchar cada sonido salido de las habitaciones contiguas de tipos que ni con 200 años de vida, llegarán a ser como lo que ella fue.  
          
Su cuerpo y su rostro hacen una mueca de horror ante un entorno que le parece salvaje: el amigo “bajito” de su hermana insiste en tener una cita con ella, sus sobrinos le disparan con sus pistolas de juguete y su jefe la acosa. Todo parece tan terrible que los crímenes de su esposo (fraude, especulación, estafa, y todos los malabares financieros realizados desde posiciones de poder), son naturalizados y aceptados en pro del progreso.

Woody Allen nos entrega un filme crepuscular, al borde de una crisis de pánico y aun así, con ligeras notas de un humor oscuro y resignado. Blue Jasmine es  una reflexión profunda que revela los desequilibrios de una mujer, que bien podrían ser, los desequilibrios de la sociedad misma.

FICHA TÉCNICA Título Blue Jasmine Director Woody Allen País USA Año 2013 Duración 98 min Género Drama Reparto Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins, Bobby Cannavale Productora Sony Pictures / Gravier Productions / Perdido Productions


lunes, 22 de octubre de 2012

A WOODY CON AMOR


To Rome with Love
Woody Allen
2012
 
Woody Allen es uno de los directores más interesantes en el panorama cinematográfico estadounidense. Prolífico y locuaz, Woody ha sabido reinventarse con el paso de las décadas, presentado en la mayoría de sus historias una perspectiva fresca y renovada. 

Después de su “Medianoche en París” (2011), la cual tuvo buena acogida por la crítica y el público, nos presenta la siguiente parada en su itinerario: “A Roma con Amor”. Que como ya lo deja a entrever el título, es imposible no caer en comparaciones. Pues bien, si “Medianoche en París” intentaba reflejar el idealismo del amor en un entorno parisino poético y novelesco, “A Roma con Amor” proyecta la visión del amor desde un punto de vista pasional, adornado con el temperamento exacerbado de los italianos. Es un amor ligero de ropas mezclado con el humor tan característico del director neoyorkino. 

“A Roma con Amor” es una película coral donde los personajes van entrelazando una historia de confusiones y amoríos que tiene como escenario la bella Roma.   

Allen nos presenta con genial picardía cuatro situaciones que nacen del encuentro, algunas veces fortuito, de los personajes: Leopoldo (Roberto Benigni) con el sueño del pibe cumplido. Jack (Jesse Eisenberg) y su aventura amorosa con Mónica (Ellen Page). La pareja de recién casados de Antonio (Alessandro Tiberi) y Milly (Alessandra Mastronardi) que separados se reencuentran con la pasión. Y el choque cultural entre USA e Italia abanderado por el mismísimo Woody Allen y Michelangelo (Flavio Parenti). 

Sin buscar el deslumbramiento del espectador, Allen apela a la ligereza del tema para crear una historia llena de gags y tonos surreales que poco a poco dotan a la narración de la precisión necesaria para revelarse como una comedia relajada con el claro sello de su autor. Un trabajo bien pulido sin aires de grandeza.

Woody es un comediante y en este terreno los malabares son realizados con destreza. Promete varias risas al más puro estilo italiano.   

martes, 13 de marzo de 2012

Kaurismäki / Allen


Generalmente cuando se habla de las características de algún elemento en particular, se necesita con anterioridad saber de su opuesto. El concepto de blanco no se comprendería con totalidad sin tener en conocimiento el concepto de negro. Bajo esta premisa me gustaría poner bajo la lupa a dos directores que nos brindaron un buen deleite este pasado 2011, me refiero a Aki Kaurismäki con su película “Le Havre” y Woody Allen con “Midnight in Paris”. Ambas, utilizando un lugar como sustento de la trama, pero ambas representando la antítesis de cada una de ella en función del estilo de cada director.

Primero, la ubicación espacial de ambas historias es fundamental para el desarrollo de la trama, no solamente por tratarse de componer los títulos, sino por aportar en la atmosfera de ambas producciones. De esta forma Kaurismäki se acerca a lo que Jarmusch hace en Mystery Train, donde todo huele a Memphis. Y Allen se traslada a la representación icónica y real del romanticismo: París.

        

Luego nos vamos directamente hacia los personajes. Kaurismäki siempre les ha dado la mano a personajes del bajo mundo. La pobreza y la humildad es un adjetivo permanente en sus historias y Le Havre no es la excepción, donde un lustrador de zapatos se une con un niño inmigrante para ayudarlo a encontrar a su familia. En cambio los personajes de Woody Allen pertenecen a la clase acomodada, en este caso el protagonista es un escritor de Hollywood aburrido de las superficialidades de su trabajo, buscando en París, la inspiración que necesita para escribir una obra “de verdad”. El dinero y la falta de él constituyen las veredas por donde los personajes de ambos directores transitan sin llegar a cruzar miradas.

El estilo lacónico de Kaurismäki se debe en parte a la escasez de diálogos. Estamos acostumbrados a presenciar la contemplación de sus protagonistas, aunque siempre, con frases concisas. Y en oposición ver una película de Allen es, al igual que su filmografía, una proliferación de frases ingeniosas que inundan la boca de sus personajes. Mientras Kaurismäki los enmudece, los de Allen no cesan la verborrea.