martes, 13 de marzo de 2012

Kaurismäki / Allen


Generalmente cuando se habla de las características de algún elemento en particular, se necesita con anterioridad saber de su opuesto. El concepto de blanco no se comprendería con totalidad sin tener en conocimiento el concepto de negro. Bajo esta premisa me gustaría poner bajo la lupa a dos directores que nos brindaron un buen deleite este pasado 2011, me refiero a Aki Kaurismäki con su película “Le Havre” y Woody Allen con “Midnight in Paris”. Ambas, utilizando un lugar como sustento de la trama, pero ambas representando la antítesis de cada una de ella en función del estilo de cada director.

Primero, la ubicación espacial de ambas historias es fundamental para el desarrollo de la trama, no solamente por tratarse de componer los títulos, sino por aportar en la atmosfera de ambas producciones. De esta forma Kaurismäki se acerca a lo que Jarmusch hace en Mystery Train, donde todo huele a Memphis. Y Allen se traslada a la representación icónica y real del romanticismo: París.

        

Luego nos vamos directamente hacia los personajes. Kaurismäki siempre les ha dado la mano a personajes del bajo mundo. La pobreza y la humildad es un adjetivo permanente en sus historias y Le Havre no es la excepción, donde un lustrador de zapatos se une con un niño inmigrante para ayudarlo a encontrar a su familia. En cambio los personajes de Woody Allen pertenecen a la clase acomodada, en este caso el protagonista es un escritor de Hollywood aburrido de las superficialidades de su trabajo, buscando en París, la inspiración que necesita para escribir una obra “de verdad”. El dinero y la falta de él constituyen las veredas por donde los personajes de ambos directores transitan sin llegar a cruzar miradas.

El estilo lacónico de Kaurismäki se debe en parte a la escasez de diálogos. Estamos acostumbrados a presenciar la contemplación de sus protagonistas, aunque siempre, con frases concisas. Y en oposición ver una película de Allen es, al igual que su filmografía, una proliferación de frases ingeniosas que inundan la boca de sus personajes. Mientras Kaurismäki los enmudece, los de Allen no cesan la verborrea.

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