sábado, 10 de marzo de 2012

A DERRIBAR EL MURO


Hay algo que siempre ha llamado especialmente mi atención cuando veo alguna película, es un momento que bien construido puede considerarse como un punctum dentro de toda la narración; me refiero al rompimiento de la cuarta pared.

La cuarta pared es un término acuñado por el teatro, pero que puede extrapolarse al cine, televisión, videojuegos, etc. Y se refiere a esa barrera imaginaria existente entre el espectador y todo lo que sucede frente a él. Entonces cuando algún personaje mira hacia la cámara –limitándonos sólo al cine- se dice que ha roto la cuarta pared. Ha hecho consciente al espectador que está viendo una película. Digamos que esta persona se encuentra “sumergida” en la historia y, al instante de romper esta pared se le jala del pelo hacia la superficie. Un acto de poder, subversivo (de repente) y creativo cuando es utilizado con maestría.

“Magnolia” de Paul Thomas Anderson nos regala la esperanzadora mirada de Claudia justo un segundo antes de terminar la película y la posterior aparición de créditos. Es un final pleno que acompañado con ese esbozo de sonrisa se puede interpretar como una suerte de epílogo fugaz diciendo: “señoras y señores la película ha finalizado, esto sólo ha sido una ficción, la vida no es tan dura después de todo. Muchas gracias por mirar.”

Claudia sonriéndole al espectador justo antes de terminar la película

Otro ejemplo lo trae Scorsese con “Godfellas”. Nuevamente avanzamos hacia el final de la película para encontrarnos con el protagonista delatando a sus compañeros en la corte. Acá sucede algo mucho más transgresor que romper simplemente con la cuarta pared, ya que el protagonista, luego de hacer declaración, abandona su papel de personaje en el mundo ficcional de Godfellas y toma el de narrador en su sentido más literal. Deja su lugar en el estrado y se dirige hacia la cámara, contándole directamente la historia al espectador. La escena ahora adopta una forma teatral, los demás personajes quedan suspendidos por la jurisdicción del narrador, el cual se explaya minimizando toda la tensión tan bien creada por el agitado día del protagonista. Una escena para revisar y analizar una y otra vez.



Fotogramas de la escena del juicio de Godfellas

Un caso particular lo presenciamos en la magnífica “Les amants réguliers” de Garrel, donde el personaje de Clotilde Hesme hace un paréntesis en medio de la narración para hacerle una recomendación directamente al espectador al mencionar la película “Después de la revolución” de Bernardo Bertolucci.

Recomendación de una película dentro de una película

Y para terminar recordemos la juguetona “Funny Games” (cualquier versión sirve) donde el asesino principal recurre varias veces a este recurso para exasperar al espectador que nada puede hacer frente a la pantalla. Esta forma constante de impacientar no sólo es tortura para la familia secuestrada, sino también para el público que constantemente está al borde de la incomodidad como es común en las películas de Haneke. El personaje antagónico siempre pone en una disyuntiva moral al espectador para que este no tenga una actitud tan contemplativa, sino que se haga participe de las mismas acciones violentas de los personajes. 

Paul y sus continuos "apartes" con el espectador en Funny Games

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