Título: Hugo (La invención de Hugo)
Director: Martin Scorsese
Año: 2011
País: USA
Cuesta
entender que Scorsese podría haber dirigido una película de este tipo:
familiar, de aventuras, recalcando la inocencia de alguno de sus personajes,
sin la violencia presente en memorables como Godfellas, Main Streets o su más
reciente Shutter Island. Sin embargo Hugo se alza como una sincera declaración
de amor de Scorsese hacia el cine, dejándola como el trabajo más diferente en
su filmografía pero a mi gusto, como el más noble.
Asa Butterfield y Chloe Moretz
Paradójicamente
Scorsese nos narra una génesis cargada de romanticismo y nostalgia incursionando
por primera vez en el 3D (cosa que todavía no veo, y que debido a mi paupérrima
situación monetaria no veré) A pesar de esto he sabido por diversas fuentes,
que la utilización de esta técnica queda a merced de la narración, cosa que en
muchas otras películas no sirve más que para adornar y despistar donde hay un
argumento simplón y superficial. De esta manera lo pasado y lo actual convergen
para dar vida a una historia conmovedora no sólo para los que aman el cine,
sino para todo aquel que disfrute de una buena película.
Hugo es
un huérfano que vive oculto en una estación de ferrocarriles francesa y se
encarga de los relojes de la estación. Pero su verdadero interés yace en
reparar un antiguo autómata conseguido por su difunto padre. Al conocer a una
chica que posee la llave que podría hacer funcionar el objeto la historia de
Hugo comienza a cambiar. Y es en los periplos de este chico donde cruza
historia con el olvidado director de cine y mago Georges Méliès. Personaje en
el cual yace el homenaje que pretende hacer la película.
Escena de Viaje a Luna de George Méliés (1902)
Y así
como Hugo anhela dar vida, desea mover lo inanimado, el director juega el mismo
rol: está detrás de un relato que durante dos horas nos parece real. De esa
forma no nos parece tan extraño un Méliès que pasa de la magia al cine. ¿No
será que estamos hablando de lo mismo? El poder del director es creador, pero
sólo lo que dura la historia, eso lo transforma en un ilusionista. Hugo es una
fantasía exquisita con un París impecable - por algo Robert Richardson ganó el
Oscar a mejor fotografía-. Las largas secuencias descriptivas sobre la estación
nos dan cuenta de un trabajo de relojero, tal como el oficio de nuestro
protagonista, el tiempo es un concepto presente en toda la película: el cine se
hace sobre el tiempo, así no cuenta Tarkovsky en su libro “Esculpir en el
tiempo”.
De esta manera Hugo encanta a todos. Una historia solidaria con el espectador y respetuosa con su pasado. El verdadero homenaje al cine aunque los premios digan lo contrario.
Scorsese realizando un cameo en Hugo
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