Director: Alfred Hitchcock
País: USA
Año: 1959
Guión: Ernest Lehman
Música: Bernanrd Herrmann
Fotografía: Robert Burks
Reparto: Cary Grant, Eva Marie Saint, James Mason, Martin Landau.
Roger O. Thornhill es un
ejecutivo publicitario que es confundido por un agente de gobierno
estadounidense, llamado George Kaplan, por parte de unos espías encargados de
robar secretos de estado. Buscado como asesino por la justicia norteamericana y
como un agente por los espías, Thornhill debe embarcarse en la aventura de
averiguar quién es Kaplan para comprender el embrollo en el que erróneamente
está metido.
Finalmente Thornhill
averigua que Kaplan no es más que un agente ficticio creado por la inteligencia
estadounidense y que necesitan del ejecutivo para mantener viva la mentira.
Thornhill, rehusando a no
entrometerse en los planes de estas dos entidades –inteligencia y espías-
emprende al rescate de la agente encubierta Eve Kendall, la cual iba a ser
asesinada por estos espías. Thornhill logra su cometido y se queda con la
chica. Fin de la historia.
Una historia de intriga que
bajo la dirección de Hitchcock está muy bien manejada. Tiene un ritmo preciso
que permite tapar los baches que la historia misma comienza a entrever ya
pasado los minutos. Esa es la razón de la maestría de Hitchcock; un increíble
manejo en el aspecto formal del lenguaje cinematográfico. Y es a ese punto que
quiero referirme, especialmente a una característica particular que posee esta
película: su constante geometría y linealidad.