viernes, 11 de mayo de 2012

SEÑORAS Y SEÑORES...

Lord of the flies (Peter Brook, 1963) - Lord of the flies (Harry Hook, 1990)
Siguiendo con películas dobles, hoy me gustaría contrastar la primera versión inglesa de Lord of the flies, adaptación de la novela de William Golding, con la versión estadounidense noventera.
Hay que mencionar que ambas se atienen a la misma secuencia de hechos: nos narra las aventuras de un grupo de niños que luego de tener un accidente aéreo, quedan abandonados en una pequeña isla en medio del océano.




En la entrega del 63 se le explica al espectador, de manera austera, el conflicto bélico que tendría lugar en Europa, hecho que empujó a la inmediata evacuación de los niños de su lugar de estudios. En cambio la otra, haciendo pomposidad de los recursos adquiridos, comienza a narrar desde que los niños caen al océano. El accidente en la versión inglesa sólo es entendido por medio de fotografías y un montaje rítmico que recuerda de manera muy lejana al trabajo de Einsentein. Mientras que en la otra la cámara lenta adquiere protagonismo y no sólo al comienzo.

La cámara lenta de la versión de Harry Hook yo diría, es el elemento dramático por excelencia; las escenas de los niños danzando alrrededor de la fogata jugando a ser cazadores son imborrables, tan poderosas como la secuencia final donde Ralph huye despavorido por entre las llamas y el espesor de la naturaleza. Mientras que por otro lado tenemos el implacable blanco y negro, que vendría a hacer lo que es la cámara lenta en la otra, sólo que acá, está presente durante toda la película.

El blanco y negro en la versión de Peter Brook acentúa el salvajismo que van adquiriendo los personajes. Le da la brutalidad necesaria para llevar a la historia a lugares oscuros, reflejando en unos niños la maldad de una sociedad entera. Donde el poder siempre se va sobreponer al respeto, en la figura de los cazadores por ejemplo. En una sociedad que no respeta símbolos ni tradiciones al quitarle autoridad a la concha que servía para convocarlos.




  
Si bien creo que la versión del 90 está mucho mejor construida a nivel de guión, es decir, mejoraron aquellos aspectos para hacer una narrativa más fluida, como es el caso de la transformación de los niños en verdaderos cazadores, las imperfecciones de la primera la hacen mucho más creíble, teniendo en cuenta que son niños los protagonistas. La versión estadounidense está mejor pensada, pero la artesanalidad de la versión inglesa le suma verosimilitud. Tomemos el caso del mounstro de la isla: en la del 63 el mounstro tiene una aparición infundada, puesta al debate por uno de los más pequeños, más adelante descubriremos que se trata del piloto del avión estrellado en unas rocas. La máscara y el paracaídas le dan un toque bestial y terroríficos a los ojos asustados de niños abandonados. Esta secuencia de hechos tiene total justificación para dejar a contraluz el tema de la bestialidad interna, que es articulada en la historia por el angélical personaje de Simón. De hecho, antes de mostrar al piloto-mounstro en pantalla, Simón sabe que no existe tal cosa. Comprende esa distorsión tan provocativa que suele inquietar al espíritu humano producto del miedo. Es un niño perceptivo e inocente, que descubre la verdad más evidente debido a esa condición. En la versión de Harry Hook, Simón posee la misma personalidad, pero aquella lucidez es desenfocada por el personaje del piloto, el cual aparece junto a los niños y luego desaparece para instalarse en una cueva e iniciar el mito de la bestia. Es un cambio más forzoso que atenta contra la imágenes que había creado la primera versión.



Así tenemos dos versiones de una misma historia. Ambas hechas en diferentes épocas transitando por caminos estilísticos distintos; la primera mucho más visual, con una artesanía y blanco y negro que le aportan visceralidad a la historia. La segunda, en una línea más clásica, se contenta con narrar una historia sin muchas complicaciones ni distractores para el espectador, el mensaje llega directo y claro. 

El señor de las moscas, o de la podredumbre; las moscas sólo llegan cuando algo se descompone, es sin lugar a dudas una historia residual que aparece varada en una isla desierta, dejando en evidencia un comportamiento salvaje que atado a la razón, siempre se balanceará hacia el conflicto. 



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