Wild at Heart (David Lynch, 1990)
Abrochen sus cinturones, carguen sus armas, tómense un trago aunque no esté permitido y mantengan sus ojos abiertos, porque Dorothy –bien crecidita- ha creado su propia tormenta para marcharse lejos de casa y por un camino, que más que amarrillo, parece un rosado detestable con tonos psicodélicos. La banda de trash metal Powermad comienza a sonar y el acelerador se pisa a fondo. El montaje efusivo de Lynch comienza a ser su trabajo con esa dosis de adrenalina directo a la vena; es un salto constante en el tiempo diegético de la narración, con flashbacks que incluso algunos, no alcanzan a durar un segundo. La acción es inmediata, y el orgasmo se alcanza. Se enciende un cigarrillo y esa conversación post coito parecen ser los únicos momentos de tranquilidad.
Wild at heart es un recorte caótico sacado de la mismísima sinapsis del universo lyncheano. Una historia de amor que debe sobrevivir al rechazo empecinado de la madre de Lula (Laura Dern) Él, está en libertad condicional por el asesinato de un hombre, pero eso no le basta para escaparse con Lula a California. Lo busca un asesino contratado por la misma madre que intenta ocultar la pasada muerte de su esposo.
Con una trama
interrumpida a lo largo del metraje, Wild
at hert no posee una digestión difícil en cuando a la comprensión total de
la narración a diferencia de sus hermanas Cabeza
borradora o Inland Impire por ejemplo. Pero no por eso pierde el estilo
visual tan ruptural de Lynch. Haciendo usos de cortes bruscos y una banda sonora
que aparece con estruendo, pasando por la ya mencionada Powermad que pone a
bailar con vigorosidad a un enérgico Nicolas Cage, las notas nostálgicas de
Elvis o Chris Isaak. Todo colocado en una superposición que no se da el tiempo
para escucharse o verse en totalidad; una sinécdoque violenta que alcanza su
máxima expresión con los momentos surrealistas dados por la aparición del
relato El mago de Oz.
Perfectamente
esta película podría ser una re-visión del clásico del 39 desde una perspectiva
muy en lontananza. Que Lula proyecte a su madre histérica como la bruja malvada
del oeste, no responde a otra cosa que una representación posmoderna del
personaje materno en la sociedad occidental, una representación de aquella
fuente de miedos e inseguridades permanentes en el individuo, pero que en un
momento desea volver al seno materno, no por amor, sino por una sensación de
seguridad que te hará golpear los talones con tus zapatitos rojos deseando
volver al hogar.
Esta no es ni
cerca mi película favorita de este director, mencionando nuevamente que pierde
el rumbo muchas veces en la narración. Enfocándose de repente en la intriga
entre Sailor (Nicolas Cage) y la madre de Lula marcado por la muerte de su
esposo. Aunque ni siquiera es una intriga ya que es evidente lo que se oculta. La
idea se desecha y se vuelve a otros nudos que no pensaban en ser principales,
pero aún así lo son. Wild at heart es
una apuesta dispersa y alocada, que responde a pulsiones repentinas en la articulación
del montaje y de la puesta en escena. A ratos destructiva, pero completamente
disfrutable.
Me ha parecido muy interesante tu blog, sin dudas lo visitaré a menudo, Un saludo cinéfilo.
ResponderEliminarComo tu dices!Es una apuesta altamente disfrutable. Es una película entretenida y con buenos momentos. Cage está genial...qué tiempos aquellos!
ResponderEliminarUn abrazo
El antepenúltimo mohicano