domingo, 28 de julio de 2013

DE LA IDEALIZACIÓN AL TERROR: LOS PRIMEROS 20 MINUTOS DE "THE SEARCHERS"


Probablemente The Searchers (Centauros del desierto) sea el mejor western que haya visto en mi vida. Esta película de 1965 es un filme que habla del racismo de una manera oscura y terrible, y desde el comienzo ya se puede notar un tenor diferente, una especie de ánimo crepuscular que se siente desde la figura protagónica de Ethan Edwards (John Wayne), hacia el exterior. The Searchers logra, en sus primeros 20 minutos, armar un conflicto potente desde la personalidad de John Wayne -que a ratos parece ser la personificación misma del western- y los recursos cinematográficos de John Ford. Un comienzo magistral que a ratos muta a un género que muchas veces es considerado bastardo o inferior: el terror.


El primer plano de The Searchers comienza con un elemento que será hilo conductor en todo el filme: las puertas, umbrales que forman y separan un espacio de otro. Vemos la silueta de una mujer en las sombras de la casa mirando el exterior de Texas en el año 1868.


La mujer sale de la sombras y podemos apreciar el paisaje en su magnitud.


La vemos contemplar la llegada de un extraño: es el tío Ethan, el héroe de la historia, un personaje viejo y acabado, pura experiencia, que pondrá en conflictos morales al espectador a lo largo de toda película.



Toda la familia se reúne ante la llegada de Ethan que es recibido con respeto y admiración.



La atmósfera entera es idílica mostrando las relaciones de esta familia y las jerarquizaciones entre ellos. La música acentúa esta sensación que incluso podría parecer algo cursi, pero la llegada de Ethan supone la llegada de algo más.

Al día siguiente aparece una nueva visita en el hogar la familia Edwards: el reverendo Sam Clayton con algunos hombres. Su propósito es reunir hombres debido al robo de ganado de uno de los vecinos. Ethan toma el lugar de su hermano Aaron y parten a investigar.


Lo que supone una salida que uno pensaría como rutinaria en el oeste del siglo XIX se transforma en un nudo de mal presagio que nuevamente viene desencadenada por la señora Edwards.

El reverendo la mira. Ella está en la otra habitación y nos hace recordar la primera escena del filme por la utilización del umbral de la puerta. Prepara las cosas de Ethan con una actitud temerosa y dolorida.


Ethan se despide de ella con un beso protector en la frente. Curiosamente, con este beso protector se acaba toda la protección del hogar. La ausencia de Ethan, que no importa cuántos años estuvo ausente, cobrará real importancia en esta partida. Se lleva con él el amparo y también la idealización.


La misma mujer que lo vio llegar hace un día atrás, lo ve partir junto a su hija más pequeña, Débora, personaje que más tarde gatillará toda la trama de esta película.


En la siguiente escena los buscadores encuentran a las vacas asesinadas en el desierto. El objetivo no era robar, sino sacar a los hombres (la protección) de sus hogares para perpetrar un crimen mayor. Ethan lo sabe primero y sus ojos delatan la fatalidad.



Ya sabemos las intenciones de los indios y ahora volvemos a la casa de la familia Edwards, donde el tenor de la música cambia y los colores crepusculares inundan los planos de la escena.

Sólo acá tomamos total conciencia de la vastedad del desierto y de la soledad en la que está sumida la casa de la familia Edwards. Es inminente, no queda más que refugiarse en lo conocido.   

El primero en prever el peligro es Aaron que se empequeñece frente a su casa.



Luego le afirma el miedo de su esposa. Una atmosfera de suspenso que se advierte de la escena anterior donde sabemos las intenciones de los indios y también a través de esa supuesta tranquilidad en el ambiente.

Aaron carga su escopeta y su esposa evita que su hija Lucy prenda la lámpara con el pretexto de disfrutar del crepúsculo, como si un pequeño y nimio destello de luz haga evidente la existencia de estabilidad y vida hogareña que vimos al inicio.



Ella contempla hacia afuera por la puerta y la última luz del día la inunda. Su hijo le manifiesta la ausencia de su tío Ethan.



En el siguiente plano vemos a Aaron mirando el desierto, sabemos que piensa igual que su hijo.


El suspenso acaba cuando Lucy ingenuamente enciende la lámpara. Su madre entra en pánico y con un grito de Lucy comienza el terror de Ford. El ataque es inminente y no se necesita mostrar nada más que la desprotección de estos personajes ante una amenaza que aún no tiene rostro.



Los padres resguardan a la más pequeña diciéndole que se oculte en la tumba de la abuela, afuera de la casa. Es la única que sale y la única que queda con vida.


Ya oscureció y los tonos azules se toman la escena. Deborah aguarda en el sepulcro y mira hacia arriba. Ya llegaron.


John Ford ni siquiera intenta seguir ocultando la presencia maligna. Es un primer plano tan idílico como los planos del comienzo. El indio es bello e imponente y llega con la noche como el miedo mismo, tapando con su sombra a la niña.


La siguiente escena es una reafirmación de la mirada inquieta de Ethan: la casa en llamas y nadie que quede con vida.



Martin, el chico mestizo que Ethan recogió cuando era un bebé y que vivía con la familia Edwards es el más afectado.



La escena va encontrando su final cuando el protagonista asoma su silueta desde afuera de una casucha. Es el mismo plano del inicio: el umbral donde convive la oscuridad y claridad en un mismo encuadre. Él sabe (y nosotros también) que allí dentro están los cadáveres de la familia, todos, excepto los de Lucy y Débora. Pero no hay necesidad de mostrarlos ya que The Searchers funciona en base a lo no mostrado, desde ahí se construye el terror de la película, y desde ahí también funciona el mecanismo del racismo oculto en el personaje del protagonista, un odio que poco a poco se nos va develando. El mismo Ethan, luego de golpear a Martin para detener su entrada a la casucha, le ordena a uno de sus compañeros: “no lo dejes mirar ahí adentro”. Eso va para Martin y también para nosotros.  



2 comentarios:

  1. sssssssssss ya la antojaste Ana

    Me voy a preparar la que considero es la mejor trilogia de western para el maraton

    Buen día

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