martes, 10 de abril de 2012

DESCUBRIMIENTO JAPONÉS

Midori, la niña de las camelias (Hiroshi Harada, 1992)
Esta película basada en el manga escrito por Suehiro Maruo se me presentó como un hallazgo un día cualquiera. Yo, sin ser muy entendida en la animación japonesa sé, que a pesar de la austeridad con la que está realizada la película no deja de convertirse en un objeto de culto y devoción. Los créditos se los daré, sin saber, repito, mucho del tema –sólo me guio por la lógica- al creador del cómic Suehiro Maruo. Ya que la película responde con fidelidad a las imágenes creadas en el manga.

La magia y la ilusión son el eje de toda la trama argumental de esta creación japonesa. Midori es una niña que al perder a sus padres se ve obligada a irse con una feria de monstruos, quedando a la merced de todas las desgracias que una infortunada niña indefensa pueda recibir en su camino. Maruo no duda en hacer sufrir a su protagonista, por eso debemos prepararnos para altas dosis de violencia en la pantalla.


Pues bien, Harada presenta dos planos bastante distinguibles entre sí: El primero es el plano formal, el cual está en función del bajo presupuesto con el contó la película y que responde al hecho de que se haya transformado en una película de culto. Buscando una definición correcta yo diría que Midori es un manga deformado para “caber” en el formato cinematográfico. La mayoría de sus planos son estáticos, y la transición para pasar de uno a otro es casera y escasea en fluidez de movimientos. Eso es bastante cruel para quien mira, ya que las imágenes son lo bastante poderosas en sí mismas, entonces lo que uno espera es el espectáculo del movimiento que otorga el cine. Maruo tortura a su protagonista, pero Harada castiga al espectador. Es sin lugar a duda el punto más bajo de la película, a pesar de encontrarse con la paradoja en la calidad de las imágenes presentadas.



El segundo plano tiene que ver con la trama. Donde lo primero que me llamó mucho la atención fue la aparición de esta feria formada por fenómenos. Una cita evidentemente a Freaks  de Tod Browning. Aunque en los fenómenos de La parada de los monstruos, como también es conocida, es característica la bondad que poseen en su interior, tratando de dejar de lado la horrorosidad de sus cuerpos. Sin embargo los monstruos de Midori son más feos que su exterior. Son abominaciones haciendo contraste con la inocencia de una niña. Dentro de este punto también se me reveló la estética carnal que propone Cronenberg en sus películas de antaño. Desde la imagen escópica de la madre de Midori hasta las entrañas escapando de su lugar en el acto de magia realizado por el enano. Una forma refrescante de contemplar la sangre. Maruo propone una verborrea visual con códigos similares a este director canadiense. Todo, dentro de un marco ilusorio, donde la fantasía invade la dimensión narrativa, y queda en evidencia la magia como instrumento para la falsedad. Es por eso que vuelvo a afirmar la calidad de hallazgo de esta película en mi biblioteca cinematográfica. 





2 comentarios:

  1. A las referencias occidentales añado yo algunas cosas que por desgracia me faltaron en mi reseña porque a mí la película también me agarró desprevenida en su momento. Suehiro Maruo forma parte de una corriente artística japonesa llamada ero-guro (que viene de 'erótico-grotesco') que comenzó en Japón desde los años 20. De modo que si bien no dudo que Maruo tuviese conocimiento de "Freaks" también es cierto que en Japón jamás les han faltado este tipo de imágenes.
    Sigue siendo un autor que me atrae aunque no es mis favoritos en su estilo, con todo si puedes darle una hojeada a sus mangas, varios de ellos en línea, no tiene pérdida alguna.

    Saludos y, de nuevo, gracias por pasarte.

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  2. Gracias por la info y recomendación.

    Justamente me encuentro buscando mangas y cómics para adentrarme más en este mundo, así que buscaré sobre Maruo.

    Saludos.

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