viernes, 8 de febrero de 2013

LA SEXUALIDAD DEL CAPITALISMO



Shame

Steve McQueen

2011

Reino Unido

El segundo trabajo del director Steve McQueen es una pieza fría y contenida que habla sobre los oscuros deseos humanos. En su mira tiene a Brandon, un treintañero que al parecer le va bastante bien en la vida. Ha logrado tener éxito en su trabajo, tiene la confianza, o por lo menos la atención de su jefe, vive en un cómodo departamento en Nueva York, es atractivo y parece seguro de sí mismo. Pero Brandon está obsesionado con el sexo. Vive entre la soledad emocional y la compañía permanente de putas y páginas de internet de pornografía. Entre masturbaciones y encuentros sexuales fugaces que son tratados con mucho cuidado. Pero la rutina de Brandon se ve interrumpida por la llegada de su hermana menor.


Si bien esta historia podría venderse fácilmente por su argumento y por la posibilidad de variadas escenas sexuales, Steve McQueen no hace abuso de este recurso –aunque sí existe- dándole prioridad a la imagen solitaria y desamparada que evoca Brandon. Shame no juega con el erotismo ni mucho menos con la pornografía, sino que vuelve constantemente al dolor del placer, al exceso del placer: a la enfermedad, pero un padecimiento que sólo cobra sentido en un contexto urbano y aspiracional.  


El guión de Shame es un descenso a los infiernos. Michael Fassbender interpreta de manera sólida a Brandon. Me recordó al American Psycho (2000) creado por Christian Bale. Obsesivo, meticuloso y preocupado por la forma en cómo lo ven los demás. Sin embargo, Brandon no busca la perfección como Patrick Bateman, sólo intenta mantener el orden de su vida para ocultar la vergüenza que siente sobre su problema. Es bastante acertada la escena que en un ángulo normal, pero desde la perspectiva de un hombre sentado, empequeñece la figura, antes imperiosa, de Brandon, al oír que su pedante jefe le advierte de la diversa cantidad de pornografía encontrada en su notebook. Un interesante recurso (casi) orwelliano que a pesar de su cualidad de oasis en el metraje funciona con tino, ya que marca un clivaje en el personaje. Es como si viéramos un rostro sonrojarse en cámara lenta y justo en ese fotograma, comenzamos a notar el rubor en sus mejillas.


Fassbender se hunde en la ciudad neoyorquina como una rata que llegó a ser alguien pero que debe ocultar su procedencia, debe ocultar su problema. Es sólo cuando va en el famoso metro citadino, donde tiene aquellos momentos de delicada introspección en los cuales la historia aprovecha para agregar flashbacks alternados que van dando cuenta de la personalidad del protagonista, y lo van degradando, exponiéndolo como un ser humano patético en un sistema que no acepta pervertidos.

Su hermana le dice: “No somos malas personas, sólo venimos de un mal lugar”. Dejando en evidencia las consecuencias que el entorno dejó sobre ellos. Y ahora es el mismo sistema el que los persigue y los corrompe. A él, en la superficialidad de haber logrado el éxito profesional en su vida, y a ella, en la desestabilidad emocional. Ambos son personajes heridos en el pasado que desean alcanzar victorias sociales , pero el sistema está viciado por todos lados. Semen o sangre, siempre tendrán las manos sucias.  

Como olvidar la escena de tal vez mayor intensidad dramática del film, donde Sissy (Carey Mulligan), la hermana de Brandon, interpreta de manera inolvidable el tema New York, New York en un lujoso bar, poniendo en evidencia, por medio de la letra de la canción y de los primeros planos intercalados entre ella y su hermano, la contraposición de los logros alcanzados versus lo que ocultamos.   


La desmoralización de Brandon se expresa por medio del dolor. Él es su peor juez y también su peor verdugo, en una sociedad que lo castra cada vez que se acerca a lo que él piensa, es su autodestrucción, transformando en vergüenza algo que para todos es placer.

Shame es un film, que si bien no es el tipo de cine que me interesa, tiene cualidades para ser catalogada como una buena película. Psicológica pero social. Dramática sin caer en el exceso. Clásica pero con una interesante propuesta de montaje. Todo puesto a favor de la historia. Aquella donde el individuo está solo frente al mundo. Donde el dinero compra estatus, pero no cura enfermedades. Ese es el comportamiento sexual y degenerado de la libertad económica, que más encima, se engalana de valores moralistas. 

 

1 comentario:

  1. Excelente reseña para una excelente película. Suscribo todas tus palabras; la película es impactante en fondo y forma. La dirección de McQueen logra que el espectador se introduzca en la odisea particular de Brandon; y Michael Fassbender conjuga un personaje atormentado y doloroso brindando una inmensa interpretación.

    Un abrazo!!

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