Intouchables
Olivier
Nakache, Eric Toledano
2011
Francia
El contraste no solo marca diferencias sino que también funciona como
complemento para dos elementos evidentemente opuestos. Yo tengo amigos que no
sé cómo, pero los aprendí a querer a pesar de nuestras indiscutibles
diferencias cinéfilas y musicales, ¡y vaya qué diferencias! Al parecer la
historia me ha demostrado que la convivencia es posible. Sin embargo, la
contraposición es divertida y es pedagógica porque entre ambos elementos las
diferencias se explican de manera mutua. Los
gustos no viven en un espacio solitario, sino que se vuelven interesantes en
esa misma oposición.
¿Entonces cuál es esa oposición?... Por un lado existe Driss, un hombre
negro, cesante, pobre, algo exaltado y rechazado en su hogar por haberse tomado
unas “vacaciones” sin avisar. La situación no puede ser peor. Pero por otro
lado tenemos a Philippe, un hombre culto, multimillonario y tetrapléjico, en
búsqueda permanente de un cuidador que lo atienda durante todo el día y cuando
la noche lo requiera. Riqueza y pobreza,
cultura de elite y cultura popular, condicionamiento y libertad…
Entenderán ustedes que el siguiente paso es juntar estos elementos,
enfrentarlos y hacerlos indispensables el uno para el otro.
Intouchables es
la historia de cómo un choque cultural se llega a transformar en una relación
de dependencia: amistad.
Antes de comenzar a verla tenía ciertos prejuicios con la película. Al
juzgarla a primera vista me parecía que estaba
dotada de cierto grado de cursilería, sobretodo sabiendo desde un principio
que se trata de una historia real. De cierta manera se logra “enjabonar” un
poco más la sensibilidad del espectador. Es diferente cuando te lo dicen al
final… En fin, mis prejuicios murieron al comienzo de la película. De inmediato
se adopta un tono humorístico con la capacidad de que los personajes se rían de
sí mismos. Los 2 hombres aceptan sus diferencias y sus limitaciones en el campo
del otro. Hay una educación
bidireccional y eso, es esperanzador.
Intouchables
vuelve repetidamente a la cuestión del placer del arte y del gusto estético. La apreciación artística es el resultado
de años de educación e influencias culturales. El entorno moldea al humano de
la manera que le plazca. Tanto Driss como Philippe fueron sujetos armados
por el tiempo y su medio ambiente, tal vez, sin ninguna resistencia. Cada uno
fue lo que estaba destinado a ser. Pero ni Philippe esperaba quedar imposibilitado
ni Driss tenía contemplado convertirse en su amigo. En relación a esto, la historia quizás más triste es aquella
que se teje en paralelo a la sub-trama de los protagonistas: aquella que
involucra a la familia de Driss. Él fue un tipo con suerte. Pero su madre está
destinada a seguir en un trabajo explotador llegando agotada todos los días a
su hogar. Y su hermano continuará las juntas que lo harán pasar de visita por
la cárcel. Sí sé que en la realidad Driss formó una empresa y tal vez cambió el
destino de su familia, pero como dije, él fue un tipo con suerte.
Llama la atención la perspectiva que posee Driss sobre lo comúnmente
entendido como docto, que a los ojos de alguien criado a caídas y malas
miradas, muchas veces parecen maneras siúticas
del placer artístico: contemplar durante una hora un cuadro que parece
haber sido hecho por un niño, disfrutar las extensas narraciones de la ópera o encontrar
el paraíso en una composición de Vivaldi. Y nuevamente volvemos al punto de la
influencia del entorno. Para él el Edén
se halla en un pegajoso tema de Earth, Wind and Fire.
No veo está
película como una historia de superación personal, como lo es De rouille et d'os (2012) por ejemplo. Sino
que prefiero entenderla como un discurso que sin caer en juicios moralistas
sobre lo que es bueno o mejor en el arte, intenta reconciliar lo que a grosso modo
parece irreconciliable.
Yo también estaba llena de prejuicios antes de verla, además de que esperaba que fuese un dramón de esos que parecen diseñados estratégicamente para hacerte llorar a cada paso. Y me sorprendió gratamente, sobre todo porque siento que se apega, de manera exitosa, al principio de que no porque una situación nos parezca terrible a nosotros, eso implica que el que la vive la esté sufriendo. Ni Driss es el típico personaje de clase baja resentido y minado por su entorno, ni Philippe se la pasa autocompadeciéndose por su falta de movilidad. Y lo que consigue es una película que tocando temas delicados resulta de lo más fresca y entretenida. Difícil labor teniendo un tetrapléjico de por medio.
ResponderEliminarSaludos.
La cara de Driss cuando canta el loco disfrazado de árbol es impagable xD
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